Máquinas Musicales 2 de 3
Dos Hombres Orquesta

■ Foto: Máximo Parpagnoli
Una orquesta poco convencional
En 2012 sucedió algo insólito en la historia del Colón: la Sala Bicentenario, la gran sala de ensayo de las dos orquestas del Teatro que se ubica diez metros debajo de la avenida 9 de Julio, fue el escenario del estreno latinoamericano de Dos Hombres Orquesta (1973), una obra del compositor argentino Mauricio Kagel que existe en el cruce entre la pieza musical, la instalación sonora y el arte visual.
Se trata de una colosal estructura construida por más de doscientos instrumentos musicales y objetos varios (algunos cotidianos y otros no tanto), interconectados por una maraña de cuerdas, mangueras, palancas y todo tipo de artilugios móviles. Únicamente dos músicos están a cargo de activar el artefacto, y verlos enredados en la maquinaria es un aspecto esencial de la obra. Casi como marionetistas, deben usar cada parte de su cuerpo (dedos, pies, piernas, cabezas) para accionar el instrumental y producir los sonidos que componen la música.
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La inabarcable complejidad de esta máquina invita a los espectadores a encontrarse con el potencial sonoro oculto en cada uno de los objetos. Difuminando lúdicamente la distinción entre instrumentos orquestales y objetos cotidianos, lo que se escucha como ruido puede provenir de un instrumento tradicional, mientras que un utensilio de cocina puede originar los timbres más hermosos.
Una vez puesta en marcha, la obra se apropia de las fallas mecánicas que puedan surgir: la música tiene un carácter semi improvisado, por lo que si algo se rompe o no sale como se esperaba, se vuelve parte de la pieza. De hecho, algunos de los artefactos sonoros están diseñados para ser caóticos e impredecibles. Nunca se sabe exactamente qué va a pasar, pero lo que pasa siempre es interesante.


■ Wilhelm Bruck (Alemania) y Matthias Würsch (Suiza), interpretando Dos Hombres Orquesta en el Teatro Colòn. Foto: Máximo Parpagnoli
Cuestión de conceptos
La palabra “orquesta” evoca la imagen de filas de músicos vestidos de esmoquin, ordenados jerárquicamente, que interpretan elegantes instrumentos siguiendo partituras y la batuta de algún distinguido director. Kagel critica esta concepción tan solemne y arraigada. De hecho, en la dedicatoria de esta extravagante pieza, el compositor escribe: "a la memoria de una institución moribunda, la orquesta".
La mera visión del aparato estrambótico que desafía la gravedad ya provoca algunas risas. Desde un primer momento se manifiesta una atmósfera muy diferente del silencio intenso y reverencial que suele acompañar los conciertos orquestales.
A través del humor y la ironía, la obra propone algunas preguntas interesantes: ¿Es una orquesta una agrupación numerosa y coordinada de músicos, o basta con hacer sonar un grupo heterogéneo de instrumentos? ¿Es la máquina una herramienta para ejecutar los instrumentos, o un instrumento en sí misma? ¿Se puede hablar de virtuosismo para describir la destreza del hombre orquesta?
Dos Hombres Orquesta lleva cuestionamientos como estos al extremo de lo absurdo. El absurdo, presente en muchas obras de Kagel, le permite exponer prejuicios, paradojas y ambigüedades latentes en nuestros hábitos y en las cosas que damos por sentado, sin necesariamente resolverlas. Él mismo señaló una vez: "Estoy interesado en la ambigüedad, no porque sea un fanático, sino porque es una característica esencial del mundo externo".
■ Clip de Dos Hombres Orquesta en el Museo Tinguely (Basilea, 2011), unos meses antes de llegar al Colón.
Los hombres orquesta
Dos Hombres Orquesta hace referencia explícita al hombre orquesta, una figura elusiva y persistente en la historia de la música popular occidental.
Ya desde el medioevo nos llegan algunos registros de juglares que soplaban un instrumento de viento mientras hacían sonar cascabeles en sus zapatos o tambores colgados al cuello.
Posteriormente, el hombre orquesta aparece en numerosas culturas como un exótico espectáculo callejero: en bandas marchantes, presentaciones circenses y actos excéntricos, siempre por fuera del ámbito de la música "seria".
Algunas veces los hombres orquesta adquieren cierto carácter folklórico. En Chile, por ejemplo, desde principios del siglo XX existe la figura popular de los chinchineros: personajes que bailan por las calles haciendo sonar tambores y platillos colgados a sus espaldas, por medio de varillas y poleas. Se los considera un entretenimiento para los niños y a menudo venden golosinas y juguetes.
■ Ejemplos de hombres orquesta en distintos contextos históricos.
En contextos más cercanos, es bastante más común de lo que pensamos ver formas simplificadas del hombre orquesta. Es el caso de músicos callejeros, e incluso estrellas de la música popular, como Bob Dylan, Neil Young o Alanis Morissette, tocando, por ejemplo, una guitarra mientras soplan una armónica montada a un soporte, algo muy típico del blues.
A su vez, podemos ver algunas características del hombre orquesta en algunos músicos tradicionales y académicos. Es el caso de los organistas, que deben tocar hasta seis teclados con las manos y uno con sus pies, además de controlar las perillas, botones, pedales y palancas que cambian los sonidos; o los percusionistas, frecuentemente rodeados de una batería de distintos instrumentos que accionan en absoluta coordinación de sus cuatro extremidades.

■ Consola de un órgano de tubos.
Un montaje aparatoso
La realización de Dos Hombres Orquesta se basa en una partitura con fragmentos musicales, indicaciones coreográficas e incluso bocetos del compositor que indican la construcción de algunos de sus artefactos sonoros.
La máquina en sí es diseñada y construida por los intérpretes junto a un grupo de artistas, técnicos y luthiers. Para esto, además de tener en cuenta el espacio donde va a ser montada la obra y las proporciones corporales de los músicos, se utilizan principios de construcción de herramientas, luthería e ingeniería.
La concepción completamente analógica y mecánica, incluso artesanal, del hombre orquesta que Kagel retoma y amplifica se contrapone al desarrollo de los instrumentos electrónicos que, al momento de componer esta obra, ya hacían posible simular una gran variedad de timbres utilizando controladores mucho más pequeños y discretos.

■ Wilhelm Bruck interpretando la obra en 1973.
La primera versión de Dos Hombres Orquesta fue construida por el propio Kagel junto a los instrumentistas Wilhelm Bruck y Theodor Ross para ser presentada en el Festival de Donaueschingen de 1973. Quien también participó activamente de la concepción de la máquina-orquesta fue la escultora Ursula Burghardt, esposa de Kagel.
■ La curadora y traductora Carla Imbrogno recopiló y tradujo al español textos de Mauricio Kagel en su libro Palimpsestos (Caja Negra, 2011). En este video nos habla del compositor y cuenta su participación en el estreno latinoamericano de Dos Hombres Orquesta.
La versión presentada en el ciclo Contemporáneo del Teatro Colón en 2012 se había estrenado en Basilea algunos meses antes. Se trató de la tercera versión de la máquina, que luego de su estreno en Buenos Aires continuó su gira por otros países de Latinoamérica. El propio Wilhelm Bruck fue quien volvió a afrontar el desafío de montar e interpretar la obra, esta vez junto al multi-instrumentista Matthias Würsch.

Mauricio Kagel (Buenos Aires, 1931 - Köln, 2008) fue un prominente compositor, director de orquesta, cineasta y escenógrafo. Su catálogo excede el terreno musical, e incluye teatro, films y radio, en frecuente entrecruzamiento. Desarrolló lo que llamó "teatro instrumental", un género en el que las acciones de los intérpretes son tan importantes como la música. En gran parte de su obra, experimenta con la puesta en escena de rituales absurdos, disputando los límites entre lo exótico y lo cotidiano.
Aunque desarrolló sus estudios mayormente como autodidacta, fue discípulo de Alberto Ginastera y Juan Carlos Paz. En 1955 fue nombrado director de la Ópera de Cámara del Teatro Colón. Dos años después se trasladó a Alemania de manera definitiva, donde fue una de las figuras más importantes de la segunda generación de compositores de Darmstadt, consagrándose mundialmente a la par de colegas como Karlheinz Stockhausen.
Luego de emigrar, Kagel visitó por única vez la Argentina para presentar su música en 2006. Organizado por el Centro de Experimentación del Teatro Colón, el Festival Kagel tuvo lugar en la Sala Principal del Colón y en diversos espacios de la ciudad. Se estrenaron en el país más de diez obras, abarcando cinco décadas de su carrera.
■ Te presentamos una playlist con más música de Mauricio Kagel para que puedas seguir explorando la obra de este compositor.