Máquinas Musicales 3 de 3
Bonus tracks

■ Nikola Tesla en su laboratorio.
Las dos obras que analizamos en las entregas anteriores de Máquinas Musicales, Dos Hombres Orquesta y Stifters Dinge, exploran, entre otras cosas, lo maquinal y lo automático en la música. Te proponemos seguir investigando esta temática a partir de una selección variada de 11 ejemplos tomados de distintos momentos de la historia. Este recorrido se centra en trabajos sobre medios acústicos y mecánicos, evitando sumergirse en el universo de la música electrónica y electroacústica.
1 El arte de los autómatas, precursor mecánico de la robótica, remonta sus orígenes por lo menos a la antigua grecia. Arqueólogos e investigadores recuperaron peculiares invenciones tecnológicas que lograban animar objetos inertes, buscando imitar cierta apariencia de lo viviente. Durante su resurgimiento en el siglo XVIII, en tiempos de la corte de María Antonieta, se crearon verdaderas maravillas. Entre ellas hubo autómatas que tocan instrumentos musicales, animados por sofisticados mecanismos de relojería.
3 Similares a las pianolas, los organillos y las cajas musicales, los orquestriones fueron sistemas complejos capaces de accionar o imitar un conjunto heterogéneo de instrumentos, intentando simular pequeñas orquestas. Suelen ocultar los mecanismos sonoros en elaborados muebles de grandes dimensiones, algunos de ellos diseñados para presentar espectáculos visuales mecánicos accionados al mismo tiempo que el sonido. A menudo construidos como piezas únicas, estos aparatos fueron siempre considerados rarezas tecnológicas. Antes de que existieran las rockolas y los fonógrafos, la mayoría de los orquestriones eran utilizados para reproducir dudosas adaptaciones maquinales de algunos “hits” de la música clásica, pero el repertorio más común eran canciones populares. Ningún compositor prominente les dedicó obras. Curiosamente, uno de los usos más experimentales que se les dio fue la musicalización en vivo de películas del cine mudo.
4 Los intonarumori son instrumentos experimentales inventados y construidos por el futurista italiano Luigi Russolo entre 1910 y 1930, pensados para materializar los ruidos urbanos que describió en su manifiesto El arte de los ruidos. Están diseñados para que la fuente que produce los sonidos permanezca oculta, permitiendo concentrar la percepción en las cualidades puramente audibles, sin buscar imitar el timbre ni la lógica interpretativa de los instrumentos tradicionales. Por esto mismo, si bien son instrumentos acústicos, a nivel sonoro y conceptual se los considera un antecedente de los primeros sintetizadores electrónicos.
5 En la década del 20, el compositor George Antheil colaboró con el cineasta Fernand Léger en la creación del Ballet Mécanique, una obra maestra del cine experimental temprano. Debido a la gran dificultad para sincronizar perfectamente música e imagen de la forma “maquinal” que sus creadores buscaban, la composición se suele interpretar como obra musical independiente. Con una orquestación completamente inusual que incluye hasta 16 pianolas, turbinas de avión y sirenas industriales a la par de instrumentos convencionales, la versión concierto es todo un espectáculo en sí mismo, una verdadera performance vanguardista.
7 El sonido es un elemento integral de las esculturas e instalaciones móviles del artista suizo Jean Tinguely. Uno de los ejemplos más representativos de esto son las Méta-Harmonies, cuatro máquinas construidas entre 1978 y 1985, en las cuales intrincados sistemas de ruedas, motores e instrumentos musicales interactúan entre sí. Tinguely apuntaba a un espectáculo visual y acústico en el que estos dos planos se unieran a través del movimiento.
8 En la década del 70, Karlheinz Stockhausen escribió Tierkreis ("Zodíaco"), una serie de piezas breves basadas en los doce signos astrales. Siguiendo un extraño sueño, el compositor las concibió para pequeñas cajas musicales que mandó a fabricar especialmente. Aunque fueron creadas para esta interpretación maquinal, las melodías luego se adaptaron a distintos instrumentos, y hoy en día son frecuentemente interpretadas como música de cámara.
9 Llevando lo maquinal y la inclusión de lo extramusical hacia un terreno inusitado, Stockhausen compuso su Cuarteto de cuerda para helicópteros en 1995. Esta demencial obra une el sonido de cuatro helicópteros en pleno vuelo con el de un cuarteto de cuerdas que toca en su interior, separando un músico por cada vehículo. Intérpretes y pilotos siguen sus respectivas partituras, y a medida que los helicópteros se mueven en el aire, las cuerdas y los rotores varían sus intensidades y frecuencias. El público presencia la interpretación desde una sala de conciertos, a través de un sistema de audio y video en vivo.
10 El proyecto Biophilia (2011) de Björk se centra en el desarrollo de 10 composiciones alrededor de nuevos e impresionantes instrumentos automáticos como el sharpsichord, las arpas gravitatorias y las bobinas de Tesla. Biophilia tuvo una gira de conciertos por numerosas ciudades de todo el mundo, incluyendo Buenos Aires en 2012. Entre estos instrumentos se encuentra el gameleste, un teclado automático similar a la celesta diseñado para acercarse al sonido del gamelan, la orquesta de percusión tradicional de Indonesia.
Las arpas gravitatorias son cuatro enormes péndulos, en cuyos extremos inferiores se ubican cuerdas afinadas en distintas notas. Al balancearse, las cuerdas son pulsadas por una púa ubicada en la base del instrumento. Los cabezales de los péndulos son giratorios, permitiendo cambiar de nota durante el vaivén.
Con una lógica similar a la de una caja musical, el sharpsichord posee un gran cilindro rotativo donde se montan pines que hacen sonar las cuerdas de una especie de arpa. El sonido es amplificado acústicamente por enormes campanas metálicas que recuerdan las de un gramófono.
Las bobinas de Tesla generan sonido a partir de rayos eléctricos de alto voltaje, afinados a frecuencias audibles.
Escuchá cómo suenan algunos de estos instrumentos en una presentación televisiva de Crystalline, el primer single de Biophilia.
11 En los últimos años, gracias a los desarrollos de la robótica y la inteligencia artificial, es posible pensar a las máquinas no sólo como intérpretes, ¡sino también como compositores! Ya existen ejemplos llamativos como el de este robot experimental que, además de tocar la marimba, incorpora algoritmos de aprendizaje que le permiten componer piezas nuevas a partir del análisis informático de otras obras musicales.
Playlist
■ Seguí escuchando otros ejemplos que exploran de variadas maneras el concepto de lo maquinal en la música.