El regreso
El estreno de El Corsario en la apertura de la temporada 2018 del Ballet que dirige Paloma Herrera marcó el retorno de Julio Bocca al Teatro Colón para realizar la reposición coreográfica de esta adaptación del poema romántico de Lord Byron.
Por Alina Mazzaferro
#Ballet
Dos semanas antes del estreno de El Corsario, un jueves al mediodía en la sala 9 de Julio, en el tercer subsuelo del Teatro Colón, Julio Bocca, cómodamente sentado, una pierna sobre la otra, manos abrazadas sobre su regazo y la mirada concentrada, evaluaba el pas de deux. Los intérpretes Juan Pablo Ledo y Macarena Giménez fluían en el espacio, haciendo jetés y piruetas con la pasión de los amantes Conrad y Medora. El pianista que ejecutaba la melodía era el único testigo de lo que sucedía. Él y algunos tutús blancos y flores de utilería que descansaban, inertes, a los costados de la sala.

Ensayo de El Corsario, Teatro Colón 2018. @Máximo Parpagnoli.
Una vez terminada la serie, el maestro se puso de pie: marcó un port de bras, corrigió una postura y mostró con sus propias manos cómo resolver la dificultosa “levantada”. El ambiente era relajado; los tres ensayaban, reían, volvían a intentar y reían otra vez. Con momentos de trabajo como este se dio el regreso de Julio Bocca al Teatro Colón, quien llegó para desempeñarse como repositor coreográfico de El Corsario, ballet inspirado en el poema homónimo de Lord Byron acerca del amor entre un pirata y una esclava que, con coreografía de la canadiense Anne-Marie Holmes –basada en la original de Marius Petipa– y música de Adolphe Adam, Riccardo Drigo y Leo Delibes, la compañía bajo la dirección artística de Paloma Herrera estrenó en abril de 2018.
Ese ensayo finalizó, pero más tarde Bocca repitió el mismo proceso con Federico Fernández y Nadia Muzyca –que se alternaron con la pareja anterior los roles protagónicos– y también con las figuras internacionales que llegaron para encabezar dos únicas funciones: Herman Cornejo y Daniil Simkin (del American Ballet Theatre) y María Kochetkova (del San Francisco Ballet). En alguna otra sala, su asistente y maestra del Ballet Nacional del Sodre, Lorena Fernández Sáez, estaba a cargo de ensayar con el cuerpo de baile.

El Corsario, 2018. @Arnaldo Colombaroli.
Bocca, que reside en Uruguay, fue y vino de Buenos Aires al país vecino mientras duró su tarea. En su primer encuentro con el Ballet Estable montó la obra completa en tan solo siete días. Para él, dijo, es mejor hacerlo así, y luego contar con tiempo para pulir los detalles y “encontrar el estilo y la esencia de la obra”. “Tiene que verse distinta de la última vez que se hizo, con un nivel superior”, se propuso.
Cada movimiento de los preparativos para el estreno se produjo bajo la mirada atenta de Paloma Herrera, que conoce muy bien El Corsario por haberlo bailado para el American Ballet, en la misma versión coreográfica de Anne-Marie Holmes. No es la primera vez que esta versión sube al escenario del Teatro Colón: en diciembre de 2011, con motivo de la reapertura del Teatro tras las obras de restauración, pudo verse con una producción escenotécnica completamente nueva y protagonizada nada menos que por la actual directora del Ballet Estable.

El Ballet Estable en El Corsario, 2018. @Arnaldo Colombaroli.
Paloma, ¿por qué iniciar esta temporada con El Corsario?
Porque es un clásico. Es para todos los gustos: para los bailarines ofrece un arco importante en lo artístico, pero también en lo técnico. Hay muchos bailarines principales y para el público es atractivo ver varios bailarines estrella en una sola función. Es para toda clase de espectadores, tanto para los nuevos como para los conocedores. El ballet a veces puede ser un poco largo o demasiado dramático… ¡pero El Corsario es todo lo contrario! Es muy entretenido: hay piratas, danza de carácter, un pas de deux conocidísimo, una escena de tutús clásicos que es El jardín animado, cada acto es diferente. Es un lindo ballet para introducir a las nuevas generaciones en la danza clásica.
En esta obra hay gran despliegue de destrezas. ¿Es ese también el “gancho” para los menos entendidos?
Sí, es súper vistoso. Pero al mismo tiempo, el ballet nunca debe parecer circo. Justamente debe ser lo opuesto. Por más que la parte técnica sea compleja, el pas de trois o del pas de deux lírico tienen que ser ejecutados con una calidad extrema. En el momento en que se ve similar al circo es porque está mal hecho. Ese es justamente el desafío y ahí se pone en juego el nivel que debe tener la compañía. No se trata de hacer giros solo por hacerlos, de hecho hoy en día cualquiera puede hacer piruetas y firuletes. Lo que importa es cómo se hace, cómo se encara la parte artística.

El Corsario, 2018. @Máximo Parpagnoli.
Julio Bocca interpretó el pas de deux más famoso de El Corsario junto a Raquel Rossetti en 1985 para el Concurso Internacional de la Danza de Moscú, donde obtuvo la medalla del oro. Luego, ese mismo año, lo bailó en el Colón, en una de sus primeras presentaciones como bailarín principal en este escenario. Hacia el final de su carrera eligió este mismo fragmento en versión pas de trois para abrir la función de despedida en el Obelisco en 2007. Luego del ensayo del mediodía, aprovechó el descanso de una hora para comer y recobrar energías, y fue entonces cuando –ensalada en mano– recibió a Revista Teatro Colón, dispuesto a conversar sobre el atractivo de El Corsario.
¿Tiene una conexión especial con este ballet?
Siempre disfruté estar arriba del escenario, más allá del ballet del que se tratara. Pero el de El Corsario era un pas de deux que me quedaba cómodo, ¡no tenía que usar malla! (risas), era ágil y, en esa época en que el bailarín no estaba muy presente –más bien acompañaba a la bailarina–, aquí tenía un lugar protagónico. Bailé El Corsario en giras y sobre todo en las galas. Esta versión con coreografía de Anne-Marie Holmes la hice por primera vez en Nueva York cerca de 1990 con el American Ballet y me fascinó: es un ballet que incluye a muchas figuras principales, te da la posibilidad de interpretar diferentes roles y estar en el escenario en más cantidad de funciones. Allá compartí la noche con Ethan Stiefel, José Carreño, Joaquín De Luz, Ángel Corella. Cada bailarín sale a escena pensando que tiene que superar al anterior, ¡se genera una linda competencia!
Cuando se repone un clásico del siglo XIX, ¿hay que intentar ser fiel al original y respetar la tradición, o es preferible aggiornarlo para que perdure en el siglo XXI? ¿Cómo es esta versión de Holmes?
Una de las cosas que hizo Anne-Marie Holmes fue mantener la esencia de la coreografía original de Petipa, pero la trasladó a esta nueva época. Ella sigue haciendo cambios, va acomodando la coreografía a las necesidades de los bailarines actuales y de cada compañía en particular. En 2018 la forma de bailar es otra: es más ágil, hay mayor ligereza. Así como el mundo va cambiando y hay que estar al día, en la danza pasa lo mismo.

Paloma Herrera y Julio Bocca en el saludo final de El Corsario, 2018. @Juan José Bruzza.
¿Cómo es volver a trabajar con los bailarines del Ballet Estable después de tanto tiempo? ¿Estar aquí es como volver a casa?
Es como volver a casa, ¡pero la casa ha cambiado mucho! Hay muchos bailarines que conozco y otros son nuevos para mí. Les agradezco el respeto, es muy lindo recibirlo. Los bailarines me responden muy bien. Pero me hubiera gustado tener más tiempo de trabajo con ellos, las horas de ensayo son pocas. Por mi parte estoy intentando dejar mi aporte: que los bailarines vean un poco cómo se trabaja en el mundo, qué ritmo hay que tener para llegar a los niveles de las mejores compañías.
Extracto del artículo publicado originalmente edición 132 de la Revista Teatro Colón.
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