Un tenor con ideas propias

Entrevista con Javier Camarena, una de las figuras ascendentes más rutilantes del mundo de la lírica, antes de su debut junto a la Filarmónica en la Argentina en 2017.

Por Pablo A. Lucioni

#Conciertos

 

Ya no es un secreto que hay un tenor mexicano, con una carrera centrada principalmente en el bel canto, que está teniendo una proyección cada vez más amplia y contundente. Es regularmente convocado por muchos de los más importantes teatros del mundo para ser protagonista de obras poco frecuentadas, que en algunos casos se hacen rara vez justamente por las exigencias que tienen. Ha adquirido notoriedad por ser capaz no sólo de salir airoso, sino además de lucirse en partituras vocales con demandas fuera de lo común. Se trata de Javier Camarena.

Un tenor con ideas propias

Camarena por Jonathan Miró.

“Estoy muy feliz y emocionado de poder, por fin, pisar este escenario tan emblemático en el mundo de la ópera. Sé de la magnificencia de la sala y de su maravillosa acústica, aunque creo que es una de esas experiencias que hay que vivirlas para poder contarlas, pero no dudo que será interesante.” Así define Camarena su expectativa por presentarse en nuestro primer coliseo, rompiendo el hielo para iniciar la conversación.

¿Cómo te llevas con el formato de recital con orquesta?
Los conciertos con highlights de óperas siempre son más complicados y demandantes que una obra entera puesta en escena. En una obra completa uno puede llegar a tener hasta cuatro arias, en general menos, que están intercaladas con dúos, ensambles, pausas, y hay una mayor posibilidad de recuperación física. En un concierto se cantan unas diez arias con apenas pequeñas pausas entre una y otra, cambiando de compositores, estilos…

Un concierto permite, sí, el lucimiento del solista en cuanto a su dominio técnico vocal y conocimientos de estilo, pero será siempre mucho más demandante y fatigoso. Aunque debo decir que la conexión con el público es mucho más directa y con ello puede crearse un ambiente más íntimo. Diría que ambos formatos son bellos por distintas cosas.

Un tenor con ideas propias

Camarena con la Filarmónica en su debut en el Teatro Colón. @Arnaldo Colombaroli.

Respecto de tu especialidad dentro del repertorio lírico: ¿consideras que algo de nuestra cultura o idioma pueda haber contribuido a que Latinoamérica haya aportado tantos grandes tenores líricos asociados al bel canto?
Nuestra fisonomía debe jugar un papel importante: en general no somos los hombres más altos, nuestro aparato de fonación es de cuerdas delgadas y cortas, típicas de la voz de tenor. Por supuesto el castellano es un factor a considerarse, pero también creo que nuestra sangre y cultura, la forma en que vivimos el amor y el desamor son todos elementos que dan el toque especial; eso, unido a los bellos timbres, hace que los tenores latinos nos distingamos.

Bel Canto

¿Cómo ves los rescates de obras que estaban en la sombra que a veces propician las efemérides, y qué interés particular te despierta su música? ¿Está dentro de tu horizonte el Arnoldo de Guillermo Tell?
El rescate de obras desconocidas de compositores reconocidos siempre es importante, interesante e inquietante a la vez. Creo que es como el arqueólogo que encuentra un nuevo fósil de una especie conocida, que tal vez tenga alguna característica distinta a los demás… ¡Todo un descubrimiento! Aunque debo decir que también considero de suma importancia prestar oídos y atención a las nuevas formas de composición.

El común denominador de un Rossini, Donizetti, Mozart, Beethoven, Rachmaninov, Bartók es que sus composiciones, además de responder a una corriente, estilo y época, también fueron vanguardistas en cada momento y circunstancia. ¿Cuándo y por qué en la historia esas óperas pasaron a ser “de repertorio”? El arte evoluciona de manera continua en general, y vale la pena prestar atención tanto al rescate de obras como a las nuevas propuestas. En cuanto a Rossini, me fascina, aunque voy prefiriendo cada vez más sus temas serios, y claro que cantar Arnoldo me encantaría, pero bueno, tiempo al tiempo… ya veremos qué dice la voz en el futuro.

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El maestro Diemecke aplaude a Camarena en el concierto de 2017. @Arnaldo Colombaroli.

Otro autor del bel canto con el cual has tenido mucha relación es con Donizetti, y en particular con una ópera no frecuentada y con altas complejidades: La hija del regimiento, que también cantarás en tu visita. Más allá de que tienes una voz privilegiada que puede cantarla sin sucumbir en el intento, ¿qué gratificaciones te ha deparado esta obra?
La hija del regimiento tiene un lugar especial en mi corazón. Tonio fue mi papel debut en el mundo de la ópera en 2004, fue el primer bis de mi carrera en mayo de 2005, en el Palacio de Bellas Artes de México. Aunque es una de las óperas que menos he interpretado, siempre trajo consigo muchísimas satisfacciones y marcó noches mágicas. Donizetti es un compositor que me gusta mucho; su escritura para la voz de tenor me es muy cómoda y seguro en el futuro estaré buscando interpretarlo mucho más. Sus obras son para mí el eslabón desde el bel canto italiano hacia el repertorio francés.

El a veces llamado gran repertorio, los autores del romanticismo y posromanticismo italiano o francés, ¿son un deber en la carrera de un cantante? ¿Sería posible una carrera de nicho, centrada por ejemplo en roles previos al romanticismo?
No es que sea obligatorio, pero es cierto que las voces, en la mayoría de los casos, van cambiando, evolucionan con el pasar de los años, y los cambios de repertorio van de la mano con esta evolución vocal. Puede haber una mayor demanda de ciertos papeles, que son los más conocidos. Pero una carrera podría centrarse en roles previos al romanticismo, dependería fundamentalmente de las posibilidades vocales de cada cantante.

Repertorios

Actualmente cantas varias obras de otras etapas, pero ¿cómo te llevabas con la idea de ser un especialista o haber sido encasillado en un determinado repertorio?
No es algo a lo que le preste mucha atención, en realidad. En algún momento sí se habló de mí como un tenor rossiniano, y aunque he llegado a conocer muy bien el estilo de este compositor, nunca me he considerado un experto. Mi voz siempre ha sido un poco más robusta y sonora que la del típico tenor ligero; es por ello que en Donizetti, Bellini o Mozart siempre he sentido mucha plenitud. Actualmente me considero belcantista y estoy a gusto con esa “catalogación”.

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Camarena por Jonathan Miró.

También has cantado autores mexicanos o incluso el disco de canciones para niños. ¿Todo esto es una muestra de intereses múltiples?
Sí, además de un interés por atraer nuevos públicos para la ópera. Te daré un ejemplo testimonial: yo supe que había cantantes que eran tenores y que cantaban algo que se llamaba ópera cuando en 1984 Plácido Domingo grabó también a Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri” (compositor mexicano de amplio repertorio de canciones para niños). Yo lo escuché a mis ocho años, me gustó mucho, y esto hizo que lo apreciara aún más cuando, años después, pude ver a Domingo en su terreno original cantando Turandot. Interpretar otros géneros ha sido para mí como tirar la red en otro lago y jalar los frutos hacia la ópera.

Desde los inicios de la ópera, las voces capaces de hacer coloraturas y agudos extremos han despertado la admiración y generado fanatismos. ¿Hay algo del orden de lo extraordinario que sigue siendo tan válido actualmente como en el siglo XVII? El hecho de que cuentes con tantos encores demandados por el público en tu haber, ¿lo consideras algo anecdótico o te compromete particularmente en superar tus mismos logros?
La voz del tenor, bien educada, tiene especialmente este poder de fascinación. Las frecuencias en las que vibra la voz, las posibilidades armónicas y de proyección siempre generan admiración en el que escucha, sea la época que sea, porque ya la generación de esos sonidos agudos es algo extraordinario.

Los bises han sido parte de noches mágicas. El lograr ese vínculo con el público, lograr tocar fibras de su alma que vibren con las emociones que uno busca transmitir a través de la música, del canto, crean una atmósfera bellísima y llena de gratitud. Cada noche, cuando se logra algo así, es siempre anecdótica y por supuesto se vuelve un reto, pues las expectativas respecto a mi trabajo crecen cada función, cada concierto, y siento que debo estar a la altura.

Un tenor con ideas propias

Camarena con la Filarmónica en su debut en el Teatro Colón. @Arnaldo Colombaroli.

Más allá de una naturalidad en la emisión, que es asombrosa, se nota que tu voz tiene una técnica ejemplar, que indudablemente ha demandado un enorme trabajo, pero que eso no le ha quitado limpieza, espontaneidad ni frescura. ¿Hay una técnica vocal específica para prepararse en ese sentido?
El estudio del canto es siempre subjetivo, por eso es el instrumento más difícil de aprender. Hablo, desde luego, de las voces que deben formarse y que no tienen un talento “nato”. Cuando alguien estudia guitarra, por ejemplo, un maestro por lo que puede ver corrige a su alumno en cuanto a su forma de sentarse, de tomar la guitarra, la posición de las manos, las uñas, digitaciones, etc. En el canto se trabajan sensaciones, se emplean imágenes que ayuden a la respiración, a la colocación del sonido, en fin… Es un proceso en el que el cantante debe familiarizarse con todo lo que pasa en su laringe, en su boca, en su forma de respirar, todo para generar un sonido puro y bien timbrado. Cada maestro tiene sus propias imágenes y busca transmitir eso a sus alumnos, pero es tarea de cada uno de los estudiantes de canto tener sus propias imágenes para conocer y dominar su instrumento.

¿Cómo ves la actualidad de la escena operística mundial? ¿Crees que la supervivencia del género esté asegurada? ¿Cómo ves el efecto de los medios electrónicos en la difusión de ciertos contenidos?
Hoy más que nunca la verdadera amenaza que tiene la ópera es que la voz deje de ser el elemento fundamental del género y que la apariencia física de un cantante pueda convertirse en lo primordial. He escuchado comentarios diciendo que Pavarotti no habría hecho la carrera que hizo de haber vivido en esta época. ¿Y por qué? ¿Por su peso? ¿Por no ser el más guapo? ¿Qué habría sido de Caruso, Bergonzi, Tucker, Björling, quienes tampoco fueron grandes modelos de belleza? Sin embargo son referentes extraordinarios de la lírica.

Solemos escuchar que “ya no hay cantantes como los de antes” y yo me pregunto: ¿cuántos de esos cantantes “como los de antes” no están teniendo oportunidades sólo porque no cumplen con ciertos estándares de apariencia actuales? Los medios de difusión modernos permiten apreciar una función de ópera desde una pantalla de computadora o desde la comodidad de tu sala, pero hay que recordar que éste no es el formato en el que fue concebido el género, y así se percibe poco de la magia poder en vivo de un cantante. La ópera se debe vivir en un teatro, y sólo así es que se tiene contacto con las virtudes de los cantantes y del fenómeno escénico.

Extracto del artículo publicado originalmente en la edición 128 de la Revista Teatro Colón.

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