Pionera y decana

Entrevista con Carmen Moral, la primera mujer en dirigir una orquesta sinfónica en América Latina, antes de ponerse al frente de Las estaciones de Joseph Haydn en 2018.

Por Santiago Giordano

#Artistas

 

Haydn y el Teatro Colón. Para Carmen Moral de alguna manera se trata de dos regresos. O mejor, de un regreso articulado en dos instancias que, según cuenta la directora peruana, son importantes en su vida musical. “Mi relación con la obra de Haydn ha sido y es intensa. Desde siempre. Como la de todo clásico, su música ha tenido una posición preponderante en mi formación, y creo que en la de todo músico. En mi caso diría que con el paso del tiempo ha tomado más intensidad. Por eso, cada vez que tengo oportunidad de dirigirla siento que vuelvo a las cosas sustanciales”, asegura.

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Carmen Moral al frente de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, que dirigió entre 1988 y 1991.

La directora peruana fue la encargada en 2018 de poner en escena Las estaciones, un oratorio poco común, obra madura y genial de uno de los pilares del clasicismo musical. “Guardo muchos gratos momentos de la Argentina, de su celebérrimo Teatro Colón y de la gran Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. ¿Qué más se puede agregar? Estoy muy contenta de volver a vuestro maravilloso país”, agradece Moral.

La contemplación de la naturaleza, la celebración del orden regular de los días. De eso se trata Las estaciones, uno de los grandes oratorios de Haydn y de su época. Simón, un campesino, y su hija Hanna, miden el paso del tiempo, desde el reverdecer de los árboles que indica el despertar de la tierra hasta la densa niebla que anuncia la helada invernal, pasando por las tormentas de verano y el inmediato tiempo de cosecha.

Para esta obra de gran envergadura formal, articulada en cuatro momentos, el compositor prescinde de las Sagradas Escrituras y otros textos de carácter religioso cercanos a la tradición del oratorio. Apela, en cambio, al poema del escocés James Thomson, una oda a la naturaleza, y pone su mirada no ya sobre la trascendencia divina, sino sobre el mundo que rodea al hombre.

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Moral al frente de la Orquesta y el Coro Estables en Las Estaciones de Haydn, 2018. @Arnaldo Colombaroli.

Las estaciones es una obra que me gusta revisitar. Vuelvo con gran placer a una partitura llena de distinguida sutileza, que además tiene, como a menudo se verifica en la obra de Haydn, muestras admirables de humor y candor. Es un verdadero himno a la naturaleza, que por otro lado nos trae también procedimientos poco usuales para la época en una orquesta clásica. Es notable el manejo de las voces, la oposición de los coros femenino y masculino y el empleo de un doble coro”, explica la directora, que además considera que, por su dinámica y sus dimensiones, Las estaciones debe ser tratada como una ópera.

Sin concentrarse como directora en un período, escuela o compositor en particular, Moral aborda un repertorio amplio y diverso, desde la música sinfónica y el ballet hasta la ópera, obras del período barroco y estrenos, destacándose siempre por su temperamento y la profundidad de sus interpretaciones. “No tengo una predilección especial en cuanto a compositores o períodos de la música –asegura–. Solo podría decir que me atraen las obras que tienen un argumento musical convincente y eso está por sobre los estilos y las épocas”.

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Moral en acción junto a los solistas Gabriela Tabernig, Hernán Iturralde y Carlos Ullán. @Arnaldo Colombaroli.

Desde 1966, año de su debut, Moral dirigió más de 70 orquestas en 25 países y se presentó en escenarios significativos como el Musikverein de Viena, el Kennedy Center de Washington DC, la Sala Pleyel de París, el Bellas Artes de México y, por supuesto, el Teatro Colón.

“Desde niña tuve contacto con la música y los instrumentos musicales. Mi padre era aficionado al jazz y desde muy pequeña supe que me iba a dedicar a la música. Tanto fue así que nunca consideré ninguna otra alternativa”, asegura la directora, que en la actualidad se desempeña como docente en el Berklee College of Music en Boston, Massachusetts.

Carmen Moral fue la primera mujer en asumir el cargo de directora titular de una orquesta sinfónica en América Latina. Fue en la década de 1970, cuando se hizo cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional del Perú. Sucesivamente fue titular de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, la Primera Orquesta de Cámara de Mujeres de Austria y la Orquesta Sinfónica de la Universidad Mimar Sinan (Estambul), antes de asumir nuevamente al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional del Perú, de la que en la actualidad es directora honoraria. También se desempeñó durante seis años como primera directora de la Ópera Estatal de Estambul.

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@Arnaldo Colombaroli.

“No me propuse como meta ser la primera directora de una orquesta en América Latina, tal como puede haber mujeres que quieren ser las primeras astronautas, o lo que sea. Las cosas se dieron así y me complazco en haber abierto caminos en este sentido. Lo que yo quería era simplemente dirigir. Sucedió que la Orquesta Sinfónica Nacional del Perú convocó a un concurso para elegir a su director de orquesta titular y fue entonces que, animada por mis amigos y mis maestros, participé. Para mi sorpresa y la de muchos, resulté elegida”, cuenta Moral, que admite que en el fondo hubo una cuota de contingencia en su destino de directora.

“Terminé concentrando mi actividad en la dirección de orquesta de forma casual. Yo en realidad quería seguir mis estudios de análisis con un determinado profesor, pero este solo hacía análisis dentro del curso de dirección. Fue una vez dentro del curso que me di cuenta que dirigir era lo que quería hacer”, evoca.

Considerada en la actualidad entre las personalidades más respetadas del ámbito musical latinoamericano, Moral posee los grados de Master de la Manhattan School of Music y de la Universidad de Columbia (Nueva York), así como un Master y un DEA de la Universidad Sorbona de París. Entre sus principales maestros de dirección recuerda a Jonel Perlea, del Metropolitan Opera House de Nueva York, y Laszlo Halasz, uno de los fundadores del New York City Opera.

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@Arnaldo Colombaroli.

“Cuando comencé a estudiar dirección con ellos ya era una música formada y tenía que probar que por mi desempeño era capaz de dirigir orquestas. Fue un desafío importante. Enseguida tuve oportunidad de dirigir orquestas muy distintas en países diversos y eso me dio una visión muy amplia de lo que puede significar esta profesión”, asegura Moral.

A la hora de encontrar particularidades comunes entre orquestas, Moral sostiene que algo que distingue a las formaciones sinfónicas latinoamericanas es el amplio margen de tiempo que se toman para preparar un concierto. “Esa es una costumbre que todavía algunas orquestas europeas conservan y es algo que no sucede con las orquestas norteamericanas, por ejemplo”, comenta la directora, que duda sobre la existencia de un rasgo femenino particular en la conducción de una orquesta, aunque reconoce la dificultad histórica de las mujeres para desempeñarse de manera profesional en un ámbito tradicionalmente reservado a los hombres. “No solo la dificultad fue para las directoras, sino también para las instrumentistas mujeres. Viena ha sido el último bastión de esa tradición”.

El caso de la Primera Orquesta de Cámara de Mujeres de Austria es muy particular y tiene que ver con eso. Hay que considerar el contexto en el que se creó esta orquesta formada por mujeres. Eran épocas en las que la Filarmónica de Viena era muy cerrada respecto de la inclusión de las mujeres en sus filas y la existencia de una orquesta femenina era una reacción a eso. De todas maneras, las cosas han cambiado mucho, también en Viena, y en general ya no es tan difícil como cuando comencé. Hoy hay instrumentistas excelentes en todas las orquestas del mundo, del mismo modo que son muchas las directoras de orquesta y entre ellas hay varias que son muy buenas”, describe.

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Con una carrera ejemplar, Carmen Moral es hoy la decana de las directoras de orquesta. Un lugar que supo ganar con talento y tenacidad, superando los prejuicios de la época con argumentos eminentemente artísticos. “Durante mucho tiempo no dimensioné los prejuicios respecto de las mujeres directoras, estuve muy ocupada en mi superación profesional. Pero debo reconocer ahora que sí los hubo. Actualmente son menos, pero aún persisten. De todas maneras hoy, como siempre, considero que la mejor manera de superarlos es la preparación individual”.

Extracto del artículo publicado originalmente en la edición 135 de la Revista Teatro Colón.

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