La herencia y la individualidad

250 Aniversario

Ludwig van Beethoven

 

La herencia y la individualidad

Concierto para piano y orquesta Nº 1 en Do mayor, Opus 15
Intérprete: Orquesta Filarmónica de Buenos Aires
Dirección: Jorge Fontenla
Piano: Friedrich Gulda

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Teatro Colón, 13 de abril de 1970.

La herencia y la individualidad

Hay obras en el repertorio de los compositores que solo pueden ser asignadas a una etapa de su vida creativa. Este es el caso del Concierto para piano y orquesta N° 1 en Do mayor Op. 15, una franca producción del primer período de Beethoven. Las características de la obra reflejan el saber de un compositor que conoce profundamente los pilares del estilo clásico para el género de concierto: tres movimientos contrastantes (rápido, lento, rápido), con formas cristalizadas (sonata, ternaria, rondó), y una relación característica clásica entre solista y masa.

Los primeros bocetos de esta obra datan de 1795, pero (como no podía ser de otra manera) su creación estuvo sometida al férreo filtro de su propia crítica, que extendió en el tiempo un verdadero trabajo de orfebrería hasta que el Concierto N° 1 se publicó en 1801, junto al N° 2. Para observar la rigurosidad histórica es necesario señalar que el orden de estos dos conciertos está alterado: primero él compuso el segundo, y viceversa. Y si apostamos a las sutilezas, Beethoven compuso un concierto para piano anterior a los dos señalados, del cual sobrevivió sólo la parte del piano con algunas anotaciones para la orquesta. En resumen, la creación de un concierto para piano fue un verdadero desafío para Beethoven, que no se conformó con su primer intento.

Beethoven escribió este Concierto cuando ya se encontraba definitivamente instalado en Viena, a donde se mudó en 1792 para desarrollar el resto de su vida y carrera. Allí residía su sueño de tomar clases con Mozart, a quien había conocido fugazmente en 1787. Beethoven en ese entonces tuvo que volver a su ciudad natal por la inminente muerte de su madre enferma; para cuando Ludwig pudo regresar a Viena, Mozart ya había muerto. Haydn fue quien finalmente lo tomó como alumno, y aunque con el tiempo desarrollaron una relación de respeto mutuo, tuvieron roces al principio. Fue en Viena, entonces, donde Beethoven refinó su espíritu clásico, bajo la influencia directa de los dos compositores más importantes de la historia de aquel periodo.

Su creatividad prosperó en un momento profundamente doloroso de su vida, lo que se evidencia en el famoso “Testamento de Heiligenstadt” dirigido a sus hermanos, donde dejó registro escrito de su terrible padecimiento, que lo empujó a ser un hombre desesperado y solitario: “...cuando en algún momento traté de olvidar es, oh, cuán duramente fui forzado a reconocer la entonces doblemente realidad de mi sordera”.

Si bien el Concierto N° 1 sigue un modelo clásico heredado, el tratamiento de los materiales y las sutilezas armónicas propias de Beethoven hacen de esta obra un bastión indiscutible de su período temprano. Además, es importante recordar que en esa época Beethoven se convirtió en un verdadero virtuoso del piano, a fuerza de ganar concursos públicos de improvisación. Por lo tanto, su primer concierto no podía alejarse de su vivencia personal como pianista, demostrando que es un virtuoso que escribe para virtuosos.

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