
Salome
Richard Strauss
Días y horarios
Sala principal
Ópera en un acto (1905)
Música y libreto en alemán de Richard Strauss
Basada en la traducción alemana de Hedwig Lachmann de la obra teatral en francés Salomé de Oscar Wilde
Nueva Producción Teatro Colón
Duración estimada: 90’
Dirección musical
Philippe Auguin
Dirección de escena
Bárbara Lluch
Diseño de escenografía
Daniel Bianco
Diseño de vestuario
Clara Peluffo
Iluminación
Albert Faura
Orquesta Estable del Teatro Colón
Salome
Ricarda Merbeth (28, 30, 02, 04)
Carla Filipcic Holm (29, 31)
Herodes
Norbert Ernst (28, 30, 02, 04)
Enrique Folger (29, 31)
Herodías
Nancy Fabiola Herrera (28, 30, 31, 02)
Adriana Mastrágelo (29, 04)
Jochanaan
Egils Siliņš (28, 30, 02, 04)
Hernán Iturralde (29, 31)
Galilea, año 30 después de Cristo
ACTO I
Terraza en el palacio de Herodes
Herodes, el tetrarca de Judea, celebra un banquete con su esposa Herodías y su corte. Al fondo se ve una cisterna, dentro de la cual está prisionero al profeta Jochanaan (Juan el Bautista). El joven sirio Narraboth comanda la guardia de palacio y habla con un paje sobre la belleza sensual de la princesa Salomé, hija de Herodías e hijastra de Herodes, que lo obsesiona. El paje intenta que desvíe su atención de la princesa, cuando ella aparece, hastiada de la fiesta. Se escucha la voz del profeta, que augura tiempos de calamidad en castigo por los pecados que se cometen en el palacio. Al oírlo, Salomé se siente intrigada y con deseos de conocer a Jochanaan. Le pide a Narraboth que traiga al prisionero ante ella. El capitán de la guardia de palacio se niega, ya que tiene la orden de no sacar a Jochanaan de la cisterna. Convencido por la seducción de Salomé, ordena a los soldados que saquen al profeta. Jochanaan le dice a Salomé que debe arrepentirse de sus pecados y abandonar el palacio, que es un antro de perdición. Ella no se indigna y más bien comienza a sentir un caprichoso amor. Decidida a seducirlo, lo empieza a acariciar y le pide un beso. Narraboth contempla esto y no lo puede soportar. Desengañado al ver el espectáculo que ofrece la mujer que ama, toma su espada, se suicida y cae a los pies de Salomé. Jochanaan, que ha rechazado a la lasciva princesa, ve con horror lo que acaba de suceder y anticipa más desastres y castigos. Es encerrado de nuevo en la cisterna. Herodes y Herodías salen a la terraza con su corte. Herodes resbala al pisar la sangre de Narraboth y se entera de su suicidio. En estado de ebriedad, el tetrarca pide a su hijastra que baile. Desde la cisterna llega la voz del profeta, que increpa a Herodías por haberse entregado al hombre que mató a su primer marido. Indignada, Herodías reclama a su esposo que ordene la ejecución de Jochanaan. Herodes no se atreve a cumplir ese pedido, pues cree que se trata de un hombre divino y que su muerte acarrearía desgracias. Jochanaan afirma que pronto llegará el Mesías que redimirá a la Humanidad de sus pecados. Herodes, perturbado por la belleza de Salomé vuelve a suplicarle que baile y le promete que a cambio le dará lo que ella pida. La princesa baila la sensual danza de los siete velos, en la cual se despoja sucesivamente de cada uno de ellos. Tras ejecutar su baile pide a Herodes la cabeza de Jochanaan. Todos se horrorizan, salvo Herodías, que la incita para vengarse del profeta. Herodes propone valiosas preseas en vez de matar a Jochanaan, pero Salomé se obstina y finalmente el tetrarca da la orden de degollar al prisionero. El verdugo mata a Jochanaan y la cabeza del profeta es llevada en una bandeja de plata. Herodes ordena que sea entregada a Salomé, que la toma como un trofeo y besa los labios, lo que no había conseguido en vida de Jochanaan. Todos se espantan ante la macabra escena. Herodes manda apagar las antorchas que iluminan la escena y se va de la terraza, mientras bajo el rayo de la luna está Salomé que juega con la cabeza. Asqueado, el tetrarca ordena que la maten. Los soldados avanzan hacia la princesa y la aplastan con sus escudos.