OETC

Concierto 01 | OETC

Orquesta Estable del Teatro Colón

Concierto 01 | OETC

Orquesta Estable del Teatro Colón

Viernes 15 de marzo

Días y horarios + info

Viernes 15 de marzo
Sala principal

Días y horarios

marzo

15

vie

20:00 hs

viernes 15/03, 20:00 hs

Concierto 1 | OETC

Director
Julian Kuerti

Violín
Freddy Varela Montero

Programa

Parte I
Aram Khachaturian (1903-1978)
Concierto para violín en re menor
I Allegro con fermezza
II Andante sostenuto
III Allegro vivace

Part II
Dmitri Shostakovich (1906-1975)
Sinfonía Nº 5 en re menor, Op. 47
I Moderato
II Allegretto
III Largo
IV Allegro non troppo

Parte I: 35’
Intermedio: 15’
Parte II: 50’
Duración total aproximada: 100’

Rusia: luces y sombras

Por Margarita Pollini

A poco de haber establecido tardíamente su fama como compositor, Aram Khachaturian (nacido en Georgia de padres armenios y formado en Moscú) encaró a principios de 1940 un concierto para violín y orquesta que parece haber nacido de la más espontánea de las maneras. El dedicatario de la obra fue David Oistrakh: después de un primer contacto con el borrador, a los pocos días el virtuoso fue a tocar el concierto para Khachaturian (“Tocó como si hubiera estado practicándolo durante meses, cuando en realidad sólo habían sido unos días”) y colaboró en los aspectos técnicos de la versión definitiva.
La influencia de Oistrakh ayudó a establecer una fama inmediata a este concierto, irresistible combinación de una estructura tradicional con una escritura llena de desafíos para el solista e impregnada de aires folklóricos. El primer movimiento (Allegro con fermezza) se ciñe a la tradición en su forma, con temas contrastantes, desarrollo amplio, recapitulación y una coda ideal para el lucimiento del solista. El segundo (indicado Andante sostenuto) es una cavilación melancólica del violín en diálogo con el conjunto, con un papel destacado para las maderas. Una fanfarria deslumbrante abre el Allegro vivace, cuyo tema principal a cargo del violín trae reminiscencias del inicio; sin dar prácticamente respiro al solista, este cierre vertiginoso parece ilustrar mejor que ningún otro pasaje las palabras del propio autor: “Escribí música como si estuviera en una ola de felicidad; todo mi ser estaba en un estado de alegría, porque estaba esperando el nacimiento de mi hijo. Y este sentimiento, este amor por la vida, se transmitió a la música”.

El 21 de noviembre de 1937, un hombre “pálido como una sábana” recibía en la Gran Sala de la Filarmónica de Leningrado una ovación que pocos compositores habían experimentado. Ese joven, el autor de la sinfonía que acababa de ser estrenada, era el mismo en torno a cuya obra se había desatado un infierno el año anterior, cuando Stalin condenara a través del diario Pravda su ópera Lady Macbeth de Mtsénsk. Muchas voces coinciden en decir que esa noche Dmitri Shostakovich comenzó su redención, y que este triunfo, obtenido por el puro mérito de su música, salvó su obra del ostracismo al que el régimen amenazaba con condenarlo. La obra en cuestión, la Sinfonía Nº 5 en re menor, se habría de convertir rápidamente en una de sus obras más populares, condición que aún conserva.
La tensión en el ambiente respondía a la intriga acerca de cuál habría de ser la “respuesta musical” del autor a esta condena política y social, en especial luego de otro episodio reciente: ante la presión oficial, Shostakovich había tenido que retirar su cuarta sinfonía. Confinado a escribir música para cine y teatro, sin poder hacer conciertos en público, el músico se jugaba su vida y su futuro con esta nueva partitura.
A pesar de ser lo contrario a lo que el régimen esperaba de una sinfonía, y ante el innegable triunfo, las autoridades la consagraron como una obra maestra del realismo socialista. Frente a esta aparente contradicción, desde el mismo día de su estreno han proliferado las interpretaciones de su contenido. En especial se ha querido ver en ella un roman à clef, un texto musical en clave que esconde circunstancias autobiográficas; según esta idea, la sinfonía relata la lucha del propio compositor -el héroe, el mártir- contra un tirano pomposo y engreído. Refuerza esta tendencia el hecho de que el autor incluyó, con un sentido casi explícito, citas de sus obras anteriores, como la cuarta sinfonía o una canción sobre texto de Pushkin (“Y las vacilaciones desaparecen de mi alma atormentada, como un nuevo y más brillante día trae visiones de oro puro”, en el momento de reposo que precede a la monumental coda en el cuarto movimiento).
Respecto del final, más tarde el compositor declaró: “La alegría es forzada, creada bajo amenaza, como en Boris Godunov. Es como si alguien te golpeara con un palo y te dijera: ‘Lo de ustedes es alegría, lo de ustedes es alegría’, y tú te levantaras, tembloroso, y te marcharas murmurando: ‘Lo nuestro es alegría, lo nuestro es alegría’. ¿Qué clase de apoteosis es esa? Hay que ser un completo idiota para no oírlo”.
Lo cierto es que la obra, que además consagró a Shostakovich como uno de los grandes sinfonistas de la historia, es un maravilloso caleidoscopio de ideas e influencias, en el que el autor logró amalgamar con maestría la tradición romántica, la influencia de Mahler (evidente tanto en el segundo movimiento como en el cuarto), la herencia pre-clásica (como los gestos barrocos del Moderato con el que se inicia la obra) y las tendencias de su propia época, y dar lugar al mismo tiempo a momentos de introspección profunda -tal como sucede en el tercer movimiento-, sin dejar de lado esa célebre ironía que tanto había irritado a Stalin, pero que habría de ser siempre para Shostakovich la vía de escape de su genio.

 

DIRECTOR MUSICAL INVITADO
Julian Kuerti

Nacido en Canadá, es uno de los intérpretes más significativos de la música orquestal y operística a nivel mundial. Director Principal Invitado de la Orquesta Metropolitana de Montreal y Director Principal de la Orquesta Sinfónica de Concepción en Chile, esta temporada dirigió a la orquesta sueca Vasteras Sinfonietta, un concierto con el chelista Jakob Koranyi […]

Ver más
CONCERTINO Y DIRECTOR MUSICAL
Freddy Varela Montero

Nacido en Chile, comenzó sus estudios de violín a los siete años con el profesor Patricio Damke, y desde los doce estudió en la Universidad Católica de Chile con Rubén Sierra. Becado por la Carnegie Mellon University en Pittsburgh (EEUU), se perfeccionó con Daniel Heifetz y, gracias a otra beca de la Universidad de Maryland […]

Ver más
×